lunes, 30 de septiembre de 2013

Luna de Agosto. Poema. Juan Barroso

LA LUNA DE AGOSTO.

La luna de agosto la viví a deshora.
El tiempo llegó justo con la muda.
Mi lana se cae, el amor es otro.
El esquilador ya no viene con una guadaña.

A mi pelo cano la luna le puso
en esa mañana, sonrisa burlona
por detrás un guiño de complicidad cercana.
Tomadura de pelo de viejos amigos.

"Un tu y yo", entre nosotros,
me dijo.
Sabemos, Juan, hacia donde vamos
de donde venimos.

Y dijo la luna: "Te daré un mañana".
Es tiempo que basta para vivir mil vidas.
A la mariposa le doy menos tiempo que a tí
 para descubrir la ausencia de no ser gusano.

Y ya ves. Ahora no te quejes.
Un año es eternidad
para la melanogaster,  mosca del vinagre..
Y tu, Juan, mucho más no eres.

Y la luna de agosto
desde el ad-darve miraba.
Camino de rondas. Y Cáceres dormía
mientras que tu no miras.
Yo me miro en ella.

¿Te ha valido la pena  esta vida breve?.
Tu has sido tocado para tanta gloria.
La gloria  de ser en la eterna Nada.
Para tí será el tiempo que sobra,
y que Materia alumbró con tanto artificio.

Y lo encontrarás Todo  en la eterna Nada.
Volverás a ser quien fuiste  antes de nacido.
Antes de nacer ya lo fuiste todo
en la  eterna Nada.

Volverás a ser en tu misma Nada,
el eterno Ser que no ha sido Nada.
La Luna me amaba..


Juan Barroso
Septiembre de 2013

domingo, 29 de septiembre de 2013

Mujer. Dibujo. Juan Barroso

Mujer
dibujo 
Juan Barroso
1975

NO VUELVAS A QUERERME. Poema. Juan Barroso

NO VUELVAS A QUERERME.


Él la miró a los ojos, la beso sencillo.
Respiró despacio,
con voz arrastrada
apenas le dijo:
sólo espero....
que ya no vuelvas a quererme.

Él moría
cuando en la distancia dice:
"vuelve por favor",
"te necesito".
Le rusultó siempre dificil
entender 
que querian decir:
Te amo,
            te quiero,
                           te necesito.

Y leyó tratados
en lenguas afectivas.
Él de lejos sabe
que nunca ha sido amado.
No era el tipo galán
seductor de mujeres.
Y lo quiso ser ,
sabia que a ella
le gustaba ese tipo.

Cuando él le decía
                              "te amo"
ella respondía un
                              "yo también".

Y ella, por honesta,
jamas dijo "te amo".

Oyendo el "yo tambíen"
su alma era la voz
tonor  de un grillo
y cantaba en verano,
con ajena alegría.

Cantaba.
Simplemente
cantaba
para envidiar a otros grillos.
Alguna vez,
recuerda con tristeza,
que la escuchó decir "te quiero"
seguido de un
"vuelve a mí, te necesito".

Y comenzó a escucharse
en el canto hueco
de los otros grillos.
El coro de los grilos
que cantan a la luna.
Comenzó a distinguir
su voz entre los ecos
y comprendió que el suyo
 era, como no,
canto de grillos.
Negro, oscuro.
Amor de grillo.

Le dijo adiós desde el anden,
había llegado a fin de recorrido.
Ella debía continuar,
seis paradas le faltaban
para llegar a destino. 

Ella vivia mucho más lejos
no compartian metas
los desunía el destino.
Y él pensó y caminó solo,
con la mano en los bolsillos:
Espero que no vuelvas a quererme.
Y sin querer Amor, te necesito.

Juan Barroso
29 de septiembre de 2013