Ajeno a todo.
Desde aquí, ajeno a todo,
donde todo es la nada,
mi reloj de arena
se quedó sin tiempo.
El latir del cuarzo
me retrasa el ego,
ya no importa si aun soy
o en tu ausencia he muerto.
Y duermo despierto
en las horas densas
de la rígida arteria,
del amor sediento,
sin que avive el aire
la prolongada espera,
el pensamiento queda
tan ajeno a todo.
Cegadora es la luz
donde la luz no llega.
La ausencia es tan vieja
que parece invento.
Cuando el beso se piensa
se sabe mentira
si los ojos se buscan
y azar los retira.
Porque no hay dos caras
en una moneda.
Ya seco el glacial
la pasión se apaga
y de luz los años
que emana esa estrella,
cuando a tí te llegen
no valdrá la pena
maquillar los huesos
que seré mañana.
La palabra no vale
más que este poema.
Para abrirse paso
en las horas muertas.
En medio de nada
tan ajeno a todo
no valdrá la pena
si el beso se piensa.
Desde aquí, ajeno a todo,
donde todo es la nada,
mi reloj de arena
se quedó sin tiempo.
El latir del cuarzo
me retrasa el ego,
ya no importa si aun soy
o en tu ausencia he muerto.
Y duermo despierto
en las horas densas
de la rígida arteria,
del amor sediento,
sin que avive el aire
la prolongada espera,
el pensamiento queda
tan ajeno a todo.
Cegadora es la luz
donde la luz no llega.
La ausencia es tan vieja
que parece invento.
Cuando el beso se piensa
se sabe mentira
si los ojos se buscan
y azar los retira.
Porque no hay dos caras
en una moneda.
Ya seco el glacial
la pasión se apaga
y de luz los años
que emana esa estrella,
cuando a tí te llegen
no valdrá la pena
maquillar los huesos
que seré mañana.
La palabra no vale
más que este poema.
Para abrirse paso
en las horas muertas.
En medio de nada
tan ajeno a todo
no valdrá la pena
si el beso se piensa.
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