martes, 25 de junio de 2013

En el fondo del alma. Juan Barroso


Mientras que despacio vas matando este verano,
desde el centro descentrado de la idea,
si miras al fondo de tu alma ausente,
en esa pared desconcha que hay en frente,
donde el orin decolora los narcisos,
hay una puerta que parece una salida,
y un cartel de empuje nunca usado.

En ella un satánico triste crucifijo
cromado en negra sangre seca
que hiela la risa al rocio en la mañana.

En ese punto, verás a la derecha
el trono casi nuevo y defecado
de un dios padre siempre ausente
sin rastro del hijo que le hereda,
ni la paloma trinitaria en quien delegan.

A la sombría mano izquierda verás
que pendula ahorcado el proletario,
sus sombras cuelgan bajo el yugo
que miserables subyugan
la bondad interior del edificio
decorando el vacio metafísico.

Sobre esa bóveda de cristal
que tus neuronas cubren
en  vuelo circular unas polillas
revotan atraidas por tu idea.

Son polillas blancas de almas lunares,
amantes del rocío de vientre negro,
melanogaster en tanta teología
que esperan el feliz desanlace de la historia,
la apocalíptica la apertura de la puerta.

Y te animas y empujas como la letra dice,
y la puerta es un falso dibujo que te deja,
en la estacada, con dos palmos de narices.

Y es el muro un infinito bloque de granito
donde toda la oquedad es nada
y todas las salidas ya están tapiadas
siendo a la bóveda de cristal de tus neuronas
hacia donde todas las polillas angustiadas miran
junto con la melanogaster, musca del vinagre,
esperan que fermente el rancio néctar de la orina.

El verano despacio va muriendo
en el centro descentrado de la idea
la mirada ausente inanimada queda
sin alma sin luz sin esperanza.
habrá que desechar la ficticia idea.
El verano despacio va muriendo

Juan Barroso @2013

 

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