domingo, 12 de febrero de 2012

Luis Gordillo.- Una feliz coincidencia

Luis Gordillo.
Una feliz coincidencia.

por

Juan Barroso
Barcelona 2012



Interpretando a Goya de Juan Barroso 2012






Obra de Luis Gordillo.

Para conocer mas de su obra visita

http://www.luisgordillo.es/


Hace unas semanas trabajé en uno de los grabados de Goya. Lo interpreté a mi forma y me quedó el cuadro siguiente.



Hoy,, mirando en Internet, he encontrado una agradable coincidencia entre el trabajo que he realizado y esta obra de Luis Gordillo. Siempre guardando las distancias y sin quererme compara con él.

Personalmente me alegra la coincidencia. Aunque con años de retraso esta coincidencia, meramente casual, con Gordillo me hace entender de que voy por el buen camino creativo.

OTRAS OBRAS DE LUIS GORDILLO











ESCRITO DE LUIS GORDILLO 

PAGINA  

http://www.lotofago.com/revista.php?id=141


Voy a permitirme expresarme sobre alguna de mis obsesiones últimas, sobre la pintura y algunos de los problemas que se me plantean en ella. Quisiera proponer una paradoja, una ambigüedad que soporto últimamente, e incluso una angustia.
            En primer lugar me gustaría hacer un análisis de la cantidad de buenos pintores que en el mundo están actualmente vivos. Se podría hacer una lista rápida. Entre los que a mí me interesan, por ejemplo, están Jasper Johns, Tom Bleu, De Kooning, Kelly, Frank Stella, Richter, Polke, Tàpies, incluso Antonio López, etc. Esa lista podría ser muchísimo más larga. Al menos la mitad de los nombrados son artistas esenciales, artistas de una calidad comparable a cualquier otro artista del siglo XX. Es decir, se podría decir que vivimos un momento de esplendor en la pintura. Realmente son artistas vivos que están en plena creación. Sin embargo, un análisis posterior nos llama la atención sobre el hecho de que todos estos artistas están entre los setenta y los ochenta años, es decir, que su creatividad está a punto de terminarse.            
            Me pregunto qué sucederá después. Después vendrá, a mi modo de ver, un vacío, o lo que yo llamaría, por eliminar ese término tremendista, una pintura débil. Éste es el primer punto que propongo para la reflexión.
            El segundo punto que, junto con éste, me lleva a la angustia a la que al principio me refería, es el campo de las artes plásticas. Es éste ­-artes plásticas- un concepto horroroso, indigerible, pero no hay manera de hablar de esto que se ha creado con posterioridad a la pintura. También se habla de la imagen fija, un concepto que me gusta más. Cuando se habla de derechos de autor, se habla de la imagen fija donde se mete la foto, se mete la pintura, algo un poco más amplio. Pero como se incluyen las instalaciones, las video-instalaciones y la realidad virtual, en fin, todos esos enormes campos que no dejan de crecer, hay que hablar de artes plásticas o arte visual, aunque creo que no hay un concepto que lo defina bien. El campo de las artes plásticas pues, repito, se me aparece como el Big Bang del que hablan los astrónomos, una gran explosión, y todavía siguen corriendo por ahí las constelaciones y los planetas. Así veo yo el campo del arte contemporáneo en el que me muevo, en el que he vivido siempre. Una explosión que ha tenido lugar en el siglo XX, quizá en la primera o segunda década, y aún siguen corriendo por ahí sus resultados.
            Si comparo el panorama de la plástica cuando yo tenía treinta años con el de ahora, es tan descomunal el crecimiento que ha habido que considero que no estoy en el mismo campo, que no es éste el mundo que yo elegí, el que yo conozco y para el que me preparé. Es tan grande que se producen dos derivaciones. Primero, la pintura no puede competir con los otros campos que han aparecido en el mismo espacio. Esto se ve constantemente, una pintura no puede competir con una instalación o con una obra enorme de Donald Judd, o con una video-instalación. Solamente podrían competir si los pintores hiciéramos trampa. Por ejemplo, si yo instalara un pequeño cuadro de 50x50 cm. en todo el espacio que hay en una exposición estaría jugando el mismo juego al que juegan los minimal o los instalacionistas, o todos esos artistas. Pero ese juego no nos lo dejan hacer porque los pintores tenemos que poner los cuadros unos al lado de los otros. Nos fuerzan a repetir las técnicas de instalación del siglo XIX, aunque también se hacen ya trampas en eso. Éste es en primer lugar una derivación de ese Big Bang: la pintura realmente no puede competir.
            En segundo término, como derivación también de ese movimiento, me parece que la crítica no puede dar cuenta de todo el fenómeno. Ocurre como cuando se decía: «Leonardo es el último enciclopedista, el hombre que podía tener en la cabeza todo el pensamiento de su tiempo». Realmente un crítico ya no puede albergar en su cabeza un auténtico entendimiento de todos estos campos que se dan en lo que se llamaron las artes plásticas. ¿Cómo se puede ser un especialista en fotos y en videoarte, en fin, toda esa dinámica inconmensurable en que se está convirtiendo el manido campo de las artes plásticas? Es imposible. Evidentemente los críticos se tienen que especializar. No hay otra manera, porque éste ya no es el panorama que yo conocí de joven. Hay que llegar a alguna componenda, hay que buscar alguna solución a esto. Porque no estamos en el mismo barco, ésa es mi conclusión. Seguimos pensando que todo este Big Bang se ha producido sobre el patrón de la pintura, que ha ido de cambio en cambio y que todo eso ha producido el inconmensurable mundo de la plástica actual.

Yo diría que eso es una trampa, que esos caminos han ido de paso en paso, ciertamente, de la misma manera que el teatro dio paso al cine y el cine dio lugar a la televisión. Son pasos que han ido unos detrás de otros en una misma línea, pero el mundo del teatro, hoy en día, es un mundo, el del cine otro mundo, y otro también el de la televisión, y nadie pretende que todo sea el mismo campo. En cambio en el mundo de las artes plásticas Beuys hace un partido político, el dan-art produce una arquitectura de jardines, las instalaciones son, en el fondo, teatro. En fin, así sucesivamente.
            Recuerdo que en medicina, por ejemplo, cuando yo era joven, un dentista sabía hacer de todo. Pero ahora resulta que para curarse una muela tiene uno que ir a tres o cuatro dentistas porque cada uno es especialista en una cosa. Eso ocurre ya en las ates plásticas; es imposible pensar que haya una unidad. Como conclusión deduzco lo siguiente, aunque parezca quizá una postura muy intransigente, incluso examinado de cierta manera lógica, creo que lo que propongo puede ser considerado una postura reaccionaria, conservadora: me refiero a que la pintura se separe del resto.
            Creo que la pintura tiene intereses suficientes  -no hablo de intereses económicos- , tiene contenido, lenguaje y tradición suficientes para constituir un cuerpo, un cuerpo artístico pleno. ¿Por qué deberíamos tener que pelearnos con los demás por los espacios, competir por quién capta los espectadores? Hay que redefinir la pintura y hacer un campo autónomo de la pintura, de modo que haya especialistas en pintura y críticos que se dediquen a ella en exclusiva. De lo contrario entramos en una especie de locura, en un marco imposible, no solamente los pintores, cualquier artista plástico se vuelve loco para conocer medianamente todo ese campo en el que de alguna manera nos dicen que estamos metidos, porque es imposible. 
           Así pues, mi paradoja y la ambivalencia que yo propongo es ésta: cómo llegar a una autonomía, a una redefinición del campo de la pintura, cuando la pintura, de alguna forma, está cayendo, cuando realmente da la sensación de que la pintura se ha terminado como propuesta histórica real. 
           Ésa es la paradoja que me da vueltas en la cabeza y sobre la que sugiero meditar.






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