martes, 27 de diciembre de 2011

Potes y la televisión


Esta es Alicia en Potes (Santander), un viernes, 15 de agosto de 2008. Mirando hoy la foto, me ha venido a esta pésima memoria que tengo, que yo, en 1963, miraba el río Quiviesa desde el mismo puente en el que posaba Alicia 45 años después. Ya ves, 45 años. ¡ Cuanta agua y cuanta gente habrá visto pasar el Quiviesa ¡

Fui a Potes desde Pesaguero, un pueblecito mínimo de los Picos de Europa. Tenía 8 años y debía hacerme un análisis de sangre. Yo he tenido siempre pánico a las agujas. Tanto como Monseta. Mi padre me sacó de casa hasta el autobús a rastras y con la promesa de que en Potes haríamos un estupendo desayuno y que vería algo sorprendente. Un aparato nuevo. Lo nunca visto. Una caja con un cristal en donde aparecían gente hablando y cantando. Se llamaba televisión. El dueño del bar, donde desayunaríamos después de ir al médico, había comprado "una televisión". Si, una televisión. No se porqué a este aparatejo se le calificaba como femenino. Una televisión en lugar de un televisor, como lo llamamos hoy.  

Este aparato era considerado en aquellos tiempos como algo diabólico y maligno. Una brujería de los tiempos modernos. "No se donde iremos a parar" decían los mayores. Yo aun no sabia nada de sus perversidades o bondades, nunca la había visto. Ni las caté aquel día. Ya veréis el porqué.

Al salir del médico, después de una descomunal sangría, no se como sacaban tanta sangre aquellos malditos carniceros o eso me pareció a mis 8 años, yo arrastraba un sofoco del 15. Nos dirigimos a un bar, que creo recordar, se encontraba justo en los portales que hay detrás del coche rojo que aparece en la foto de Alicia. 

Al entrar, el bar apestaba a cabrales, y  señalando al fondo, casi en el techo, mi padre dijo: "Mira una televisión". Yo con mi llantina no recuerdo haberle hecho mucho caso. Me impresionó más cuando mi padre pidió un café con leche y un "cruasan con matequilla" y para él una copa de orujo. Claro, él ya había hecho un buen desayuno antes de salir de casa. Como a él no tenían que sacarle sangre, eh. Yo, nunca había comido un "cruasan". 

Aunque continuaba yo con cara compungida y ofendidísimo por la sangría que me acababan de hacer, me encontraba algo mas repuesto y animoso después de zamparme el "cruasan" y dije a mi padre que quería ver la televisión. Mi padre dijo con autoridad al dueño del bar: "Pon la televisión para que la vea el niño". "Ahora no dan nada, solo sale la carta de ajuste". "Bueno ponla de todas forma para que se quede tranquilo". Y vaya birria de televisión. La carta de ajuste y un ruido insoportable a huevos friéndose. 

Y así regresé a Pesaguero en autobús a la hora de comer. Lo bueno de Pesaguero era que cuando nevaba no íbamos a la escuela y yo y Toñy nos quedábamos en la cama de mis padre saltando toda la mañana.

De una de estas mañanas recuerdo una historia con una caja de Laxenvusto, que es para contar otro día. Casi mejor sería que la contase Toñy, mi hermana.

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Video de Pesaguero  



PESAGUERO


Excmo. Ayuntamiento de PESAGUERO

El municipio de Pesaguero lo forman 10 aldeas, de las que ninguna llega a los 100 habitantes. Las más destacadas son Caloca, Valdeprado, Lerones, Lomeña y Pesaguero.
Situado al sureste de la cabecera comarcal, por este área de montaña lebaniega discurre el río Bullón formando un estrecho valle. Un hermoso paisaje constituido por pequeños pueblos, ricos pastos y bosques bien conservados: carrascales en las zonas bajas, en los montes de Lerones o extensos robledales y hayedos en el curso alto.
La actividad económica básica de la población se centra en la ganadería de montaña: vacas (pardo alpina, frisona), ovejas y cabras. Por otro lado, la agricultura se basa en la pradería para el ganado y en cultivos de tipo forrajero. La gastronomía se sustenta en la calidad de sus productos: garbanzos, orujo, queso..
Destacan las iglesias góticas de Caloca y Avellanedo. La arquitectura civil está representada por casonas de gran calidad del siglo XVIII en Vendejo y Valdeprado e igualmente destaca la arquitectura popular de las diferentes localidades.


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