He intentado localizarte pero parece ser que no tienes cuenta abierta en Internet. Ya se que siempre has sido un poco dejado para estas cosas. Pero podrías llamarme un día y tomaríamos unos vinos. Yo ahora tengo mucho tiempo libre y supongo que tu también. No ha sido culpa mía, lo he intentado todo, pero entenderás que entre cinco millones de parados me sea imposible dar contigo. En la oficina de trabajo temporal tampoco diste tu dirección de correo y el piso supongo que al final te lo embargaron. No sé donde mandarte mi invitación, pero créeme que la mantengo en pie. Bueno te dejo. Quizás pueda ser la próxima noche buena.
No es cursilería.
Es cierto que preparé este plato y se quedó sin poner en la mesa.
Dios y mi llanto
saben a quién nombro tanto.
2 comentarios:
Hace unos días escuché en una emisora de radio que un oyente hablaba de la tradicional cena de Nochebuena en su país. Decía que en su familia, sus padres, ponían en la mesa un plato y una silla de más. Es lugar lo reservaban para alguien que, sin ser esperado, llamaba a su puerta.
La persona que habló de las tradiciones de su casa era de religión judía. Posiblemente judíos españoles.
Aquellos seres abominables que en defensa de la religión católica tuvimos que expulsar de España.
Este es la historia y así nos va.
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